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lunes, 5 de noviembre de 2012

CRUYFF: FUTBOL.... MI FILOSOFIA.¿Que tanto tiene que ver Cruyff con el estilo y filosofia de juego del Barcelona?



Todo, todo está en la calle. Allí es donde se descubre el fútbol, donde surge la pasión por este juego. En la calle se aprende a driblar, a combinar entre dos chutando contra el borde de la acera y a tirar y recibir el balón chutando contra un muro. Así se sientan las bases del manejo del balón. Pero no solo eso. Se aprende también a mejorar el control corporal, porque caerse en la calle duele. Además, uno va perfeccionando sus habilidades de forma natural. Como, por ejemplo, cuando se echan pies para decidir quién es el primero en elegir a los compañeros que formarán su equipo. Echar pies es un pequeño ejercicio que ya requiere un sentido de la anticipación. Por lo tanto, el aprendizaje ya empieza antes de que comience el juego propiamente dicho. Uno va atesorando la sabiduría de la calle, que es una ventaja no solo en el fútbol, sino también en muchos otros ámbitos.
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Johan Cruyff posa para el fotógrafo en El Montanyà, donde tiene su residencia de verano y disfruta jugando al golf. La imagen se capturó el 25 de agosto del 2009.
Johan Cruyff posa para el fotógrafo en El Montanyà, donde tiene su residencia de verano y disfruta jugando al golf. La imagen se capturó el 25 de agosto del 2009. <BR/>
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Un escaparate de Sitges con la imagen y el calzado que lleva el apellido Cruyff.
Un escaparate de Sitges con la imagen y el calzado que lleva el apellido Cruyff. MARCOS LÓPEZ)
























De la calle se pasa al patio del colegio y de ahí al equipo de la escuela o al club. Entonces se habrá completado el ciclo.
Así funcionaba al menos en mi época, aunque por desgracia esta situación ha cambiado en no pocos lugares. En el transcurso de los años, sobre todo en las ciudades, han desaparecido muchas plazas y parques, y ha aumentado el tráfico en las calles. Aunque desde muy pequeño uno ya puede hacerse socio de un club, no es equiparable a las horas de entrenamiento que antes se metían en la calle. En algunos barrios, esta carencia he intentado compensarla con los llamados Cruyff Courts. Se trata de pequeños campos de fútbol multifuncionales que sustituyen de forma efectiva el papel de la calle como lugar de entrenamiento. Desarrollar este tipo de iniciativas de cara a la juventud debería ser una obligación moral para quienes nos dedicamos a esto, porque la calle no solo es la antesala del fútbol, sino también una escuela de la vida.
Hambre de balón
El club es el paso definitivo. Vienes de la calle. Y ahí es donde nos convertimos en miembros de un colectivo y empezamos a fijarnos en todo lo que ocurre. Es algo muy especial. Ya sea en el Ajax o en el Bedum, da igual. Las medias, los calzones, la camiseta, no nos pertenecen solo a nosotros, sino que también pertenecen al club. Esto representa un paso enorme y tiene un gran impacto. Uno ya responde por el club. En la calle, los niños han establecido una relación de complicidad con el fútbol. Ahora, también deberán establecerla rápidamente con el club. La gran diferencia con la calle es que el club te permite entrar siempre en contacto con un campo en condiciones y con un balón reglamentario.
Durante estas primeras semanas de entrenamiento, pues, soy un gran partidario de que los chicos y chicas alternen los juegos y ejercicios con balón con algo de gimnasia. Que sigan un entrenamiento físico de solo 10 o 15 minutos pero, eso sí, repitiendo luego los ejercicios a diario. Porque es innegable que el estado físico de muchos de ellos y ellas se habrá deteriorado. También en esa época empiezan las clases de educación física en los colegios, de modo que para el entrenador no es tarea fácil saber hasta dónde deben llegar sus exigencias. Por eso digo que para los jugadores jóvenes lo mejor es realizar los ejercicios físicos entre juego y juego con balón. Con el tiempo, el entrenamiento físico se convierte en un hábito y se integra como lo más normal del mundo.
Los ejercicios de gimnasia deben alternarse con los juegos con balón, que pese a todo debe ser el elemento central de una buena preparación futbolística. En este sentido, y antes de empezar la temporada, más que partidos completos, me gusta organizar partidillos donde los jugadores tengan la oportunidad de entrenar de forma específica los cinco elementos básicos del fútbol, a saber: disparo, cabeceo, regate, conducción y control del balón. La ventaja de este programa es que en ningún momento nos alejamos del fútbol.
Nada de tacos extraíbles
Así pues, prefiero los partidos pequeños, por ejemplo de cinco contra cinco y en campo pequeño. Ahora bien, que uno quiere potenciar la velocidad de acción o evaluar la condición física del equipo... Pues se reduce el número de jugadores por equipo a tres. Otra manera de comprobar la capacidad pulmonar es organizar lo que se conoce como sistema de rotación. Se requiere de los jugadores que mantengan un ritmo alto. Se puede conseguir mediante un partido de cinco contra cinco con un hombre de recambio que sustituya a algún compañero cada cinco minutos, por ejemplo.
La ventaja de estos partidos es que todos se involucran en el juego, cosa que en un terreno más amplio resultaría complicado. Si los jugadores se agotan al cabo de pocos minutos, siempre se puede volver a alguna de las cinco acciones básicas del juego citadas y trabajar sobre ella.
Puesto que la competición se pone en marcha en septiembre, el programa de entrenamiento empezado en agosto puede acelerarse. Siempre que se realicen en terrenos en buen estado, los ejercicios de gimnasia funcionan como un receso ideal entre dos intensas sesiones con balón. Dado que los jugadores son jóvenes, es importante que ganen tanta flexibilidad como puedan y que la mantengan. La flexibilidad garantiza un buen control del cuerpo, que es esencial en el fútbol. Si como futbolista uno aprende a controlar el propio cuerpo, en el campo siempre estará en ventaja. Consideremos ahora a los jugadores menores de 14 años. Dado que a esa edad todos los jugadores se encuentran en pleno crecimiento, deben calzar botas con una suela de goma bien sujeta. ¡Nada de tacos extraíbles!
A esa edad, es malo para los pies y los tendones. Con una suela bien sujeta y una buena postura, se superan todas las eventualidades del juego propiciadas por los pies. Digamos que los jugadores con buen control del cuerpo casi nunca resbalan.
He visto a muchos jugadores veteranos aconsejar a los jóvenes que resbalan repetidas veces que cambien de calzado. ¡Error! Nueve de cada diez veces el problema parte de una mala postura, que a la vez dificulta el correcto dominio del cuerpo.
Incluso a día de hoy me entreno con tacos bien sujetos. Nunca en la vida, ni siquiera cumplidos mis 14 años, he jugado mis partidos con botas de tacos extraíbles. Cuando el campo estaba húmedo y resbaladizo, como mucho utilizaba botas con tacos rebajados. Pero la verdad es que tampoco resbalaba mucho en campos en esas condiciones porque, como digo, todo tiene que ver con una buena postura.
Si el fútbol no produce placer, los chicos y chicas desertan de los terrenos de juego. Por tanto, hay que buscar siempre la alegría y premiar la inspiración, tanto durante los entrenamientos como en la competición. De este modo, un chaval de 15 o 16 años no se alejará de este deporte, cosa que sucede a menudo.
Los padres, los entrenadores y los veteranos tienen un papel que desempeñar ahí. Estamos hablando de la fase de transición entre el «juego bonito» y el «fútbol de rendimiento», que se da más o menos en la categoría cadete. El propio futbolista adquiere su personalidad como tal, más allá de ser el orgullo de papá y mamá o de responder a las exigencias del entrenador o a las ambiciones del líder del grupo.
El ciempiés del fútbol
De todos los jugadores que forman la zaga, el defensa libre es, como su nombre indica, el que goza de mayor libertad. Por eso mismo, es un tipo de jugador que tiene que ser extremadamente versátil. Debe ser posicionalmente competente, tener buena técnica con el balón en los pies, capacidad de empuje, dotes organizativas, saber jugar el uno contra uno y tener capacidad para dar buenos pases.
Como ciempiés del fútbol que es, el libre suele ser de los mejores jugadores del equipo. A menudo se trata de un centrocampista que ha retrasado su posición.
Estamos ante un verdadero defensa libre, que es el término que a mí me gusta utilizar. Lo prefiero a líbero y a último hombre, que son términos que no acaban de denotar el valor diferencial de esta posición.
Los hay de dos tipos. Tenemos al defensa de puro estilo italiano, que en mi opinión no acaba de merecer la denominación de defensa libre porque no tiene libertad total para subir el balón y buscar la jugada. El segundo tipo es el defensa libre que ocupa un papel central en el equipo debido a su versatilidad.
Por muy atrás que juegue y tenga que desempeñar labores de marcaje, el principal papel del defensa libre es cohesionar al equipo. Trabaja para que los laterales no se queden detrás de él y lleva la última línea de defensa tan adelante como le sea posible, para que el equipo forme un todo y no un conjunto de dos grandes piezas mal ensambladas. Está claro que si el equipo está volcado al ataque, el que muchos jugadores se queden atrás es letal, ya que el rival podrá aprovechar la separación entre nuestras líneas para jugar con peligro.





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